Al nacer un sueño se revela un hilo de nuestra camiseta o jersey y se bambalea… listo para volar. Rocío no lo sabía. Simplemente le gustaba arrancarlos de las prendas de quienes apreciaba. Quería hacer algo especial con ellos.
Del ovillo hizo una bufanda. Al usarla, empezó a vivir los sueños de los demás.

Experimentó aventuras insospechadas y, aunque la extasiaban, le producían tristeza. Sus propios sueños no tenían cabida. Deshizo la bufanda y devolvió las hilachas, pero ya nadie quiso perder su tiempo en asuntos improductivos.